lunes, 25 de julio de 2011

Uruguay, contundente campeón


Uruguay alzó en el Monumental de Buenos Aires su décimoquinta Copa América, lo hizo tras vencer con notoria superioridad a Paraguay, que llegó a la final sin haber vencido en sus anteriores encuentros.
En los onces iniciales Tabárez mantuvo el mismo once que venció a Perú en semifinales a excepción del ruso Pérez que se encontraba sancionado en dicho encuentro. Cavani ya estaba disponible y contaría con minutos en la recta final del encuentro.
Martino por su parte introdujo varios cambios, el más llamativo el de Zeballos en la pareja de ataque con Valdez, por lo que Barrios se quedó en el banquillo. También apareción en la zaga Marecos, que apenas había contado para el técnico a lo largo del torneo.
Desde el inicio se vio a los uruguayos decididos a la hora de abrir el marcador, y en el primer minuto la final pudo quedar casi decidida cuando Ortigoza paró con la mano un balón en línea de gol. De haberlo visto el colegiado habría supuesto la expulsión y el lanzamiento de penalti. No obstante el primer gol no tardaría en llegar, pasado el minuto diez Suárez recibía el balón en el área y tras un gran recorte ajustaba el balón al palo, imposible para Villar tras ser ligaremente rozado por uno de sus compañeros.
Los celestes retrocedieron unos metros con esa ligera ventaja y aún así Paraguay no creó demasiado peligro en la portería de Muslera, que una vez más se mostró muy seguro. Al borde del descanso Arévalo Ríos recuperaba un balón cerca de la frontal y se lo cedía a Forlán, quien con un disparo seco doblaba la ventaja con su primer gol en el torneo.
Tras el tiempo de descanso el conjunto paraguayo sí que pudo recortar la ventaja, la ocasión más clara fue para Valdez, que con una sensacional volea provocó la no menos buena estirada de Muslera, que desvió el balón lo justo para que pegase en el larguero. A los 25 minutos del segundo tiempo entraría Cavani por un lado y Estigarribia y Pérez por el otro, minutos más tarde lo haría Barrios. Los cambios no iban a mejorar al equipo de Martino, que con el paso de los minutos dejó más espacios atrás y la velocidad del tridente ofensivo sirvió para cerrar el marcador en un contragolpe de libro que finalizó Forlán en el mano a mano con Villar tras asistencia de Suárez.
Cabe destacar la actuación de la pareja de centrales formada por el capitán Lugano y el joven Coates, infranqueable a lo largo del torneo, con actuaciones de mérito ante jugadores como Guerrero, máximo goleador del torneo y con el peligro creado en las acciones a balón parado, una de las mejores armas del equipo. También Arévalo Riós, de menos a más, con un despliegue físico que ya le hizo destacar en el pasado mundial. Maxi Pereira, otro pilar incansable del equipo en su ida y vuelta de lado a lado del terrero de juego.
En global hay que decir que la Copa América ha dejado muy poco juego ofensivo, con equipos cerrados que se beneficiaban en muchos casos del mal estado del cesped para tapar las acciones rivales. Quedan las dudas en las dos grandes selecciones del continente, Argentina, que deberá esforzarse al máximo para clasificar en las eliminatorias y Brasil, que clasificada como anfitriona tendrá que madurar con sus jóvenes talentos y buscar soluciones para el mediocentro, el puesto más débil en la mayoría de conjuntos.

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